Pedro Acosta volvió a demostrar en Sepang que no solo tiene talento, sino también agallas. El piloto murciano de 21 años llevó su KTM RC16 al límite en una carrera marcada por su decisión de desactivar buena parte de la ayuda electrónica. En un campeonato dominado por sensores, algoritmos y controles automáticos, Acosta eligió el camino opuesto: confiar en sus manos, literalmente. A la vieja usanza; como en los viejos tiempos.
“Hoy he ido mejor que ayer”, reconocía tras cruzar meta en segunda posición. “Durante el calentamiento, el equipo y yo decidimos probar cosas relacionadas con el control de tracción, pero no me gustaron nada. Hablé con los chicos y les dije: ‘Lo estamos haciendo mal, como siempre, así que olvidaos de todo. Intentaré gestionar la situación yo mismo’. He usado menos controles de los que esperábamos, y ha funcionado”.
El piloto de Mazarrón se enzarzó en un breve pero intenso duelo con Pecco Bagnaia (que no pudo acabar la carrera), al que llegó a superar en los compases finales antes de que el italiano sufriera un pinchazo. Más allá del resultado, Acosta dejó claro que prefiere sentir la moto sin filtros: “Usé muy poca electrónica y desactivé el descenso. Quería controlar la marcha, si no, habría ido mal”, añadió el Tiburón.
Su enfoque, que recuerda a los pilotos de otra época, contrasta con la dependencia tecnológica de la parrilla actual. “Incluso hice toda la carrera sin los reductores”, confesó. “Los usé un par de veces al intentar adelantar a Pecco, en la primera y la última frenada, pero me di cuenta de que no podría. Pensé en desactivarlos para que los neumáticos alcanzaran temperaturas más bajas”.
Leer también: Aplastante victoria de Alex Márquez en Sepang
En tiempos en que la gestión electrónica define gran parte del rendimiento, Acosta parece empeñado en mantener la esencia del piloto puro, el que domina con instinto y no con software: “Quiero terminar el año con dos buenos Grandes Premios”, añadió. “¿Tercero? Pecco y Bezzecchi están por delante, solo tengo que centrarme en mejorar”.
